miércoles, 1 de mayo de 2013

Capitulo 37: Has que cuente



Dolor. No siento nada más que dolor
   La cabeza me quería explotar, mi hígado parecía ya no querer funcionar. ¿Pero que fregados paso aquí? Tenía diferente ropa de ayer, y no olía a ese particular olor de la marihuana
   Por más que quería recordar, no podía. Todo estaba bloqueado… bueno recuerdo una cosa: mi novio se va al otro lado del mundo, a un continente diferente al mío
   Después de permanecer como una hora más en la cama, me metí a bañar y me puse ropa ligera, una gorra negra de beisbol y me fui al pequeño puesto al que siempre iba cuando quería curar una resaca
-Buenas tardes, Carolina. ¿Lo de siempre?
-Buenas, Don Martin. Si, por favor y bien cargado
-En un momento te lo llevo
   Le sonreí y me fui a sentar y mis pensamientos comenzaron a flotar dentro de mi cerebro
   ¿Qué iba a hacer con Sebastián? Okey, eso para después. Estaba en su casa y me fui al barrio para conseguir droga, pero después me di cuenta que esa no era yo para solucionar problemas así que me fui a algo más sencillo para olvidarlos por un rato. Yo solo quería quedar inconsciente
   Mi café llego y agradecí lo caliente que estaba. El dolor de cabeza se resistía a irse y había una revolución dentro de mi estomago, nunca volveré a tomar así de duro. Me avergüenzo de mi misma por haber hecho todo lo que hice ayer, aunque no recuerdo la mayoría se que hice mal. Conforme se acababa mi café me acorde de una pequeña cosa: la voz de Martin. Agarre mi celular y le marque, contestándome a los tres tonos
-¿Bueno?
-Martin, soy yo
-¡Caro! ¿Cómo sigues? Sobreviviste—rio entre dientes
-Muy apenas—igual me reí— ¿Podrías decirme que paso ayer?
-Pues nada, te pusiste hasta el chongo. Te encontré tirada en una banqueta, golpee a al tipo de la calle 44 por darte la droga, te lleve al hospital, tuve que parar como tres veces para que te bajaras a vomitar, te dieron un sedante, te puse en la parte de atrás de tu camioneta inconsciente y te lleve a tu casa donde te deje con Sebastián que te metió hasta tu recamara, o no sé donde te allá dejado, ¿amaneciste en tu cama?
   Me estremecí con su nombre
-¿Golpeaste al de la calle 44?
-Me defendí como los machos—bromeo
-¿Hospital? ¿Por qué?—soné alarmada
-Tenía miedo de que convulsionaras o algo así, eso hace la congestión alcohólica. Prométeme que no volverás a hacer algo así
-Te lo prometo
-Inche cruda que has de tener ahorita—mi amigo empezó a reírse fuerte desde la otra línea
-No tienes idea… ¿Así que dices que me dejaste con Sebastián?
-Estabas sedada así que no creo que recuerdes nada
-Nada de nada, desperté y el no estaba hay
-¿Qué será de ustedes?
-No sé, tenemos que hablar pero ahorita no quiero ni verlo
-Entiendo pero si yo estuviera en tu lugar aprovecharía todo el tiempo que me quedaría con esa persona que después vas a lamentar no haberlo hecho
   Me quede callada
-Me tengo que ir, piensa en lo que te acabo de decir
-Sí, gracias Martin
-Iba a pasar por tu casa pero ya veo que no es necesario, te quiero, Caro, no vayas a cometer otra estupidez
-Te lo vuelvo a prometer—sonreí—Adiós
   Y cortamos
   Cuando desperté hoy por la mañana, estaba limpia. Quiero decir, ropa limpia, mi cabello estaba ligeramente húmedo. Sebastián me baño, me dio una oleada de vergüenza. ¿Me quedaría todo el tiempo callada? ¿O mi boca ebria hablo?
   No estaba lista para verlo, el dolor en mi pecho era muy fuerte todavía. Se podría decir que me había roto el corazón, de nuevo. Recordé el momento de la noticia. Me había asustado la manera en que me beso en la cocina y como antes de ir a la mesa para comer me había dicho de una manera muy particular que me quería. Pero nunca me espere esto, era un meteorito cayendo sobre mis emociones. Ahora el también se iba así como mi familia y Roberto. ¿Cómo podre soportar otra partida? Muy apenas pude con la de Roberto, estaba demasiado pequeña cuando la Tía Carmen se fue y dicen que hay una razón de por qué de las cosas y si ella nunca se hubiera ido nunca hubiera encontrado a Roberto.
   Nunca he pensado en Sebastián como el amor de mi vida pero… ¿Y si lo es? ¿Por cuando tiempo se iría? ¿Terminaría su carrera y regresaría? ¿O se quedaría a hacer su vida con su familia? Como debería de ser…
   Los siguientes dos días me quede a dormir a casa de Edith donde me llevo casi un día entero contarle todo lo sucedido por las tantas veces que me interrumpía para regañarme. El primer día le conté sobre la casi sobredosis y al siguiente día le conté sobre la partida de Sebastián
-Estoy de acuerdo con Martin. Sé que es difícil perdonar por el hecho de que literal te mintió al nunca contarte pero… deberías de aprovechar todo el tiempo que te queda con el
-¿Debería?
   Edith se levanto del mostrador y empezó a acomodar la mercancía que recién llegaba. Estábamos en la tienda de sus padres y era su turno de atenderla y yo le ayudaba. Ya había cobrado mas de dos veces mientras mi mejor amiga terminaba de desempacar latas de jugo
-Claro—dijo cuando el cliente se fue—Si te vas a arrepentir. No me sorprende que hayan llegado al año y medio de relación, se ve que se adoran
   Torcí el gesto
-Lo amo tanto, Edith
-Por eso tienen que terminar la conversación que él empezó, porque no creo que se allá acabado con que se larga
-No sé si regresara
-Y aunque lo haga, va a hacer su carrera allá, años y años mas las practicas… ¿lo vas a esperar todo ese tiempo?
   Esa era la pregunta del millón… ¿Cuándo tiempo se iría?
-¿Y si encuentra otra mujer?
   Sentí como si una astilla—del tamaño de un palo—me atravesara todo con ese comentario. La imagen de él mimando, acariciando, besando, amando, a otra dolió, de verdad que dolió
-Tienes que hablar con él, ahora
- ¿Ya?—enarque una ceja
-No, cuando este en el aeropuerto—torció los ojos—Tienen el tiempo contado
-No sé si este lista para esto
   Ella dejo lo que hacía y se acerco a mí
-Nadie está listo para esas conversaciones. Es como sentarse a hablar para saber cuando su amor se irá a la mierda
   Baje la mirada y jugué con mis dedos
-Solo recuerda que el está haciendo esto porque tiene que. Es el único hombre de la familia, no puede dejarlas
-Lo sé, se que tiene que hacer esto. Sé que no es por que quiera, pero duele
-Cuando estés lista, pero ya han pasado tres días desde que no lo vez
-Lo extraño—susurre
-¿Qué esperas para verlo?
   La mire a los ojos
-No sé cómo reaccionare al verlo.
   Me imaginaba dos opciones: Abrazarlo, besarlo, decirle cuando lo había extrañado y que aprovecháramos todo el tiempo que nos quedaba juntos y la otra era cachetearlo, decirle que terminábamos y que no lo quería volver a ver hasta que se fuera y realmente cumplir la palabra. Me inclinaba más hacia la segunda
   Me levante de la silla—con Edith aplaudiéndome dramáticamente—y encamine hacia la casa de él que quedaba a solo una cuadra de distancia. Conforme me acercaba cada vez iba más lento… ¿En realidad quería hacer esto ahorita?
   No seas cobarde, es ahora o nunca
   Valientemente doble la esquina y vi que su carro estaba estacionado enfrente de su casa
   Maldición, si esta…
   Un estrujón dentro del pecho hizo que me detuviera. Las emociones de saber que lo vería dentro de dos minutos me hacían recordar sus palabras de hace tres días y el dolor se presentaba más vivo que antes… No más lagrimas
   Tratando de no arrepentirme llegue hasta su puerta y toque solo una vez y a los segundos la puerta se abrió
-Buenas Tardes, Señora Emma—salude
   Me sonrió
-¿Cómo estas hija?
-Bien, gracias. ¿Se encuentra Sebastián?
-No en este momento, pero no te vayas que me gustaría hablar contigo
-Claro
   Le sonreí mientras me cerraba la puerta detrás de ella y me conducía a unas mecedoras en el porche. Ya sentadas se me quedo viendo largo rato y yo esperaba paciente
-¿Amas a mi hijo, Carolina?
   Directo al grano, Señora Herrera
-Usted sabe que lo hago, señora
   Me miro cálidamente
-Mi hijo está teniendo estas locas ideas sobre quedarse y trabajar el doble, no estudiar y tratar de mantenernos—hizo una pausa—Sabes, siempre me fascino su relación, como la llevaban con tanta madures y aun y cuando no eran novios yo veía y sentía que su amistad podría acabar con guerras—rio entre dientes
-No entiendo lo que me trata de decir
-Mi hijo ya tenía estas ideas cuando le conté de la situación y él me las decía—Emma movía las manos para que le salieran las palabras—con un entusiasmo, y a mí me daba punzadas de culpabilidad porque él no sabía la gravedad del asunto.
-¿Y cuál es la gravedad del asunto? Si no es mucho preguntar
-El señor que era mi esposo—tocio—nos dejo una gran fortuna y yo… como pensando que iba a ser eterna no la supe usar como se debía y ahora necesito guardar ese dinero y con lo que gano yo no puedo pagar una universidad, mantenernos a nosotros tres y a la casa y la colegiatura de Jimena—La señora Herrera se estaba abriendo a mí, difícil de creer—no puedo yo sola. Si, Sebastián podría ayudarme con los gastos y salir del problema pero solo seria unos meses, porque volveríamos a lo mismo. Yo sé que mi esposo hubiera querido que el estudiara.
-El va a estudiar, señora. Si me permite yo podría prestarle el dinero que necesite y…
   Emma levanto una mano para interrumpirme y yo calle al instante
-Muchas gracias, Carolina, eso sería muy amable de tu parte pero no podría aceptarlo. Tenemos que mudarnos, Sebastián lo entendió cuando supo de la gravedad de nuestra situación y dejo de pensar en ideas sobre trabajar para mantenernos hasta hace tres días, cuando te conto la noticia y desapareciste—una oleada de vergüenza me atravesó de pies a cabeza—Esas ideas volvieron pero ahora es peor porque el ya sabiendo que es imposible trata de hacerlo posible, y no es posible.
   La señora Herrera, que tenía el pelo pintado de color castaño casi rubio, se lo echo para atrás y torció sus labios carnosos—vagamente pensé que Sebastián saco sus labios carnosos de su madre—se veía más cansada de lo que la hacía verse su edad y en su cara se notaba el estrés
-No me malinterpretes, no te estoy culpando de nada si pensaste que si
-No lo hice—le sonreí—nunca le pediría a su hijo que se quedara y lo siento si le dio esa impresión
-No lo digo por ti, lo digo por él. Ayúdame a hacerlo entrar en razón. Si hubiera algo para impedir esta mudanza te lo juro que lo haría pero no hay nada que hacer. Los tres hicimos nuestra vida aquí y será difícil comenzar en otra parte pero no hay otra salida.
-Yo entiendo, y no se preocupe. Todo saldrá bien, es solo una mala racha
-Dios te oiga, hija
-Me tengo que ir, señora
-¿No quieres esperar a mi hijo?
-Por favor… no le diga que vine, ¿sí?
   Me dio una mirada al parecer de comprensión y asintió. Despidiéndome ya de ella me dirigí a mi coche para ir con Martin o quien sea… solo, no sé.
   Esa charla significo más de lo que me hubiera gustado. No pensé en pedirle que se quedara pero me sentía decepcionada en que ni la idea podía tener.
   Encarar la realidad, ¿cierto? El hombre al que amo se ira del país, a otro contiene. Tenía mucho que preguntarle, ¿regresara? ¿Se quedara allá? ¿Vendrá de visita o simplemente no tendrá marcha atrás?
   Cuando llegue a casa de Doña Piedad estaba Gustavo y le conté la situación. Su reacción fue nula pero de poco a poco se le vio comprensión en el rostro. Hace mucho tiempo que no tenía una plática profunda con el
-Aunque regrese de vez en cuando… ¿de verdad quieres una relación así? A distancia y esperando a que venga para tenerlo unos días al año… No es muy placentero que digamos
   Y tenía mucha razón, ¿Yo quería ese tipo de relación? ¿A distancia? Cuando me ponen esa imagen diría que no pero al pensar que estoy hablando sobre Sebastián la cosa cambiaba. La noche empezaba a caer y al tomar una decisión no pensé dos veces y me volví a subir a mi carro y me dirigí al restaurante pequeño—que parecía cabaña—donde mi novio y yo comimos por ´primera vez juntos después de la preparatoria.
-¿Bueno?
- ¿Estas muy ocupado?
   Se tardo en contestar
-No
-¿Quieres venir al restaurante de vinos?—así lo apodamos por diversión  
-¿Ahora?
-Si
-Voy en camino
   Me dieron mesa rápidamente pues al ser un día entre semana no había muchos clientes—suerte me dieron la mesa más alejada de todo—y ahí fue donde mariposas en mi estomago empezaron a revolotear
   ¿Enserio? Tienen que estar bromeando… Bueno, en si las mariposas nunca se fueron pero sabía que estas más que mariposas era nerviosismo. Y creer que esta misma mañana le decía a Edith que no estaba lista para verlo pero no tenía tiempo que perder
   Sebastián llego sin que me diera cuenta por tanto estar pensando y cuando levante mi mirada el ya estaba sentado enfrente mío, observándome intensamente
   Por más de cinco minutos no hubo palabras, solo miradas. ¿A quién engaño? Tres días sin verlo y fue una tortura, nunca había pasado tanto tiempo sin verlo ni cuando éramos solo amigos. No quería darme cuenta por lo enfadada que estaba pero ahora que lo tenía cerca… ¿Cómo es que pude soportar estar tanto tiempo sin ver su rostro? Y ahora lo único que quería hacer era agarrar ese rostro entre mis manos y besarlo, todo. Y lo único que podía hacer era fantasear mientras lo observaba
   Llego el mesero y pedimos lo que siempre comíamos en ese lugar y en un instante nos trajo nuestras bebidas
-¿Cómo amaneciste?—rompió el silencio
-Bien
-Sabes a que me refiero
   Claro, a esa noche
-Tú puedes imaginarte como amanecí
   Y no me refería a la cruda y sé que el entendió
-Podrías decirme que paso que desperté en mi cama y con ropa limpia
   El carraspeo
-Martin llego con tu camioneta diciéndome que te encontró tirada en una banqueta, que no dejabas de vomitar y que al pensar que ibas a convulsionar por tanto alcohol o algo parecido te llevo a un hospital—alce las cejas en sorpresa a esa información—te sedaron y te trajo a casa.
-¿El fue el que me acostó?
-Al verme te dejo conmigo y él se tuvo que ir. Carolina—su tono de voz me hizo mirarlo a los ojos—no hay palabras para describir lo decepcionado que me dejaste ese día, si tan solo te hubieras visto ¡estabas hecha un desastre! Y cuando por fin despertaste hablabas puras incoherencias… era algo difícil de ver. Lo último que me podía pasar era verte con una congestión alcohólica
   Baje la mirada y empecé a jugar con mis dedos. Lo siento, quería decirle pero realmente no lo estaba.
-Te tuve que dar un baño… espero que eso no te moleste—dijo apenado
   Carraspee
-No, bueno, ¿ya paso, cierto? Espero no haberte causado mucha molestia
-Tú nunca eres una molestia, Carolina
   No me atreví a mirarlo aunque me moría por ver sus ojos verdes
   El mesero llego con nuestros platos y sirvió vino en ambos vasos para después retirarse con una sonrisa. Sin vacilar le di un bocado a mi comida y parecía que estaba temblando así que agarre el vaso y bebí casi la mitad del vino.
-Te extrañe
   Joder, no me mires así
-¿Tu me extrañaste a mi?—me dio un empujoncito
-Si, te extrañe bastante…—hice una pausa—hable con tu mama
   Comenzó a comer el también y yo continúe
-Ah si, ¿Cuándo? No me dijo
-Le dije que no te dijera, estabas en el parque
-De que hablaron—y se que el trataba de sonar como despreocupado
-Me hizo entender mejor las cosas sobre… la situación que están pasando
-Y que también te afecta a ti—leyó mi mente
-Algo así, y yo solo—solté los cubiertos y me concentre en verle la cara—me quiero disculpar por la actitud que tome, así fue mi reacción no me pude controlar.
   No contestaba, solo me observaba y casi podía escuchar sus pensamientos tratar de decir algo
-No tienes nada que disculparte—y siguió con su comida. Estaba comiendo demasiado rápido
   También seguí comiendo y me dieron ganas de salir del lugar junto con él. Elegí mal lugar para hablar. Tal vez mi subconsciente quería un lugar con gente o una mesa entre nosotros
   No hablamos hasta que el termino su comida—muchísimo antes que yo—y pidió la cuenta igual de rápido
-Yo pago—dijo secamente               
-Yo te invite
-No está en discusión
   Hizo todo lo que tenía que hacer, se paro y me tomo de la mano para sacarme del lugar, al llegar a nuestros carros lo único que me dijo fue “sígueme” y se metió al suyo. Confundida, más que cualquier otra cosa me subí a mi coche y espere a que el arrancara. Me preguntaba hasta donde me llevaría y casi le llamaba por teléfono pues las calles eran desconocidas para mí.
   Llegamos como a un estacionamiento—que se encontraba lleno—pero no había nadie, ni alguien que cuidara los coches. Nos estacionamos en lugares distanciados y antes de bajarme me vi en el espejo.
   Dios, que pálida me veo
   Ya fuera de mi coche lo espere y al llegar a mi me tomo entre sus brazos tan rápido que me dejo sin aire. Tomo mi rostro entre sus manos y cerrando sus ojos me dio un beso en la frente. Sin poder resistirme lo abrace igual de fuerte y pude respirar su delicioso perfume. Sus labios comenzaron a darme pequeños besos por todo mi rostro, y cuando puso sus labios enfrente de los míos se detuvo. Abrí mis ojos y me encontré con los suyos. Ese verde me derritió por dentro mientras el amor que sentía por el cantaba más que nunca.
   Su pulgar toco mi labio inferior con mucha delicadeza y en el momento en el que yo creí que iba a besarme; me mordió. Sus dientes jalaron tan delicioso mi labio que moví mi cabeza hacia adelante pidiendo mas pero me sorprendió al sentir la punta de su lengua pasar por mi labio inferior
   Mi respuesta fue casi inmediata, mi lengua respondió a la suya y se unieron haciendo un beso. Un beso que de lento paso a muy rápido y casi violento. Tres días sin verlo, cuatro sin besarlo, que pesadilla. Mis manos pasaron de su espalda hasta su pelo, jalándolo más hacia mí, y sus manos dejaron mi rostro para abrazarme por la cintura, sintiendo sus brazos por toda mi espalda.
   Cuando ya no teníamos aire para respirar nos separamos un poco y volvimos a besarnos pero esta vez más lento, más calmado y ya después de calmar las necesidades por el otro.
-No podía seguir hablando como si fuera un asunto de negocios—dijo entre mis labios—Ya no quería seguir hay
   Lo jale más a mí y me tarde un rato en contestarle, hasta que decidí que prefería seguir besándolo.
   Al separarnos, duramos mas rato viéndonos
-Es hora de hablar
   El asintió pero no me soltó. Lo agarre de la mano y abrí la parte de atrás de mi coche y nos sentamos, recargándonos en los asientos y con las piernas extendidas, con vista a otros carros. Ya estaba muy obscuro y la luz era tenue
-Tengo algunas preguntas que hacerte
   Me acomode entre sus piernas, recargándome en su pecho y me abrazo por detrás y puso su barbilla en mi hombro
-Te escucho
-Así que te vas en dos semanas—susurre
-Venderemos la cara dentro de dos meses, y mi mama me dejo quedarme hasta que se venda. Ellas se irán en dos semanas, yo me quedare un mes y medio después de eso. Te lo dije cuando estabas en la cama pero no creo que lo recuerdes
   Una sonrisa de oreja a oreja se formo en mi rostro y abrace los brazos que me rodaban de Sebastián. Me sentí algo aliviada, dos meses. Podemos hacer que duren
-Eso es fantástico—no oculte la alegría de mi voz
   Me dio un beso en la oreja y me susurro
-Lose
-¿Qué más me dijiste mientras estaba ida?
-No mucho—murmuro
-¿Yo te dije algo a ti? Qué vergüenza…
   Sentí que sonrió contra mi pelo
-No dijiste nada importante—murmuro
   Me encogí de hombros y proseguí
-Siguiendo con las preguntas—de pronto me sentí tímida—Después de que te vayas, ¿piensas regresar?
-¿Regresar?—repitió confundido
   Carraspee y espere, agradeciendo que no podía ver mi rostro
-Regresar después de terminar la carrera o regresar cada vez que pueda
-Cualquiera de los dos solo, regresar
-Te refieres a mantener una relación a distancia
   Suspire y me solté de su agarre, sentándome en su regazo para que pudiéramos vernos la cara
-¿Quieres una relación a distancia?
-¿La quieres tu?
   Mire a otro lado que no fueran sus ojos, ¿la quería?
-No se, nunca se me a pasado por la cabeza—susurre
-Yo quiero seguir contigo, pero una relaciona  distancia es difícil
-Exacto… no se qué pensar
-Lo sabremos con el tiempo—me sonrió
-No quisiera terminar contigo pero yo creo que sería lo mejor
-¿Por qué dices eso?
-Bueno, pues conocerás a otras mujeres. Muchísimo más hermosas que yo seguramente y…
   Me interrumpió poniendo un dedo entre mis labios
-Nadie es más hermosa que tu, mi amor
-¿Cuándo dura la carrera de psicología?
-6 años, creo y faltan las practicas
-En seis años te encuentras a otra, seamos realistas
   Negó con la cabeza y agarro mi cara con sus dos manos, abriendo la boca tratando de decir algo pero parecía no encontrar las palabras
-Solo… no me imagino estando con alguien que no seas tu
   Una sonrisa tímida salió de mi y apoye mi cabeza en su hombro entre el hueco de su cuello
   El silencio se hizo presente y solo soporte unos minutos
-Tu mama me comentaba que tenías estas ideas de quedarte a vivir aquí, o mantenerte tu solo, no estudiar
-Esas ideas siguen presentes
-Pues no deberían, tu lugar esta con tu familia y una carrera para tener un buen futuro
-¿Y tú?—alzo las cejas
-Yo salgo sobrando
   Negó con la cabeza
-Tu opinión tiene demasiada importancia en este asunto
-No debería. Esto es un asunto de familia, yo no debo estar metida en esto
-Pero lo estas—suspiro—Si tú me dices quédate, yo me quedo—dijo firme
   Tome su mano y susurre contra ella
-Nunca hare eso
-Sacrificaría todo lo que tengo para quedarme aquí, puedo estudiar en otro momento
-No hay otro momento, no vas a desperdiciar oportunidades por mí
-Tú eres la cosa más bonita que tengo, la persona que más he querido. Por ti, ninguna oportunidad es lo suficiente buena
   Lo mire a los ojos
-No me hagas esto, no me hables y mires bonito que voy a ceder. Yo ya hable con tu mama y ella sufre por ti, por toda esta incómoda situación. No se la pongas mas difícil—suspire—Tienes la bendición de tener una familia que se preocupa y te cuida y te ama. Mírame a mí, mira el desastre que es mi vida
-¿Por qué dices eso?—frunció el ceño
-Bueno, mis padres se la pasaron golpeándome toda mi infancia, tengo cicatrices en todo mi cuerpo, crecí sin amor y eso me llevo a—y aunque fue una bendición—conocer a un narcotraficante que llegue a quererlo tanto, tengo amigos asesinos y traficantes. Tengo una pistola, que ahora mismo está en la guantera y e disparado a varios hombres. Eh ido a prisión tres veces, he parado al hospital por heridas graves. Salía de fiestas todos los fines de semana y regresaba hasta el día siguiente, había noches en que no regresaba, comencé a tomar desde los 14 y si Roberto no me lo hubiera prohibido, probablemente también me hubiera metido en las drogas y de las fuertes. Ah no ser por ti hubiera seguido ese ritmo de vida y probablemente hubiera perdido mi virginidad en un baño de algún antro de mala muerte.
   Cerro los ojos y comenzó a masajearse los ojos
-Tienes razón, estoy siendo muy egoísta
-No es egoísmo, es ceguera
-Es amor—hizo una mueca
   Me reí entre dientes
-Tu vida no es un desastre y si así lo piensas significa que no he hecho tan bien trabajo
   Le sonreí dulcemente y acerque mi cara para darle un beso en la punta de la nariz
   No hablamos dentro de un buen rato
-Tendremos que hacer rendir el tiempo, veremos si dos meses serán suficientes. Bueno, tiene que serlo—comencé a parlotear y él me interrumpió con un murmuro
-Vivamos juntos
-¿Queeeé?
-Dentro de dos semanas, la casa la tendré sola para mi, vamos a vivir juntos por ese mes y medio ¿Qué dices?
-Si—casi grito sin pensarlo dos veces 

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